¡¡Bienvenidos!!!
Todos sabemos lo que es el hambre pero ¿habéis oído alguna vez hablar del hambre
emocional?
El hambre es la necesidad fisiológica
de ingerir alimentos. Es la manera que tiene nuestro cuerpo de avisarnos de que
es hora de buscar alimento, comer y conseguir energía y nutrientes. Sin embargo muchas veces comemos con el
propósito de saciar una necesidad emocional, cuando estamos tristes, nerviosos,
cansados o incluso para como recompensa por algo bien hecho.
El hambre emocional nos lleva a comer compulsivamente, sentimos un
ansia enorme por comer generalmente cosas poco saludables y de manera
caprichosa: bollos, helado, pizza, patatas fritas, refrescos…. ¿Quién no se ha
comido media tableta de chocolate después de un día triste? ¿O una bolsa de
patatas fritas cuando tiene ansiedad? ¿Y a quién le apetece una ensalada
después de una discusión?
Comer es una manera de
sentirnos bien, de evadirnos del dolor y las preocupaciones. Comer
compulsivamente alivia nuestro malestar a corto plazo, pero con frecuencia,
inmediatamente después nos invade un sentimiento de culpa...
Es importante que antes de
comer prestemos atención a cómo nos sentimos física y emocionalmente, e
intentemos diferenciar
si se trata de hambre fisiológica o emocional. Este proceso no es
sencillo y necesita aprendizaje
pero poco a poco iremos siendo conscientes de nuestras emociones y
podremos ir encontrando alternativas beneficiosas que nos hagan sentir bien sin
perjudicar a nuestro cuerpo.
Aquí os dejamos algunas pistas.
Esperemos que os sea útil.
¡¡¡¡Mucho ánimo!!!
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